La cultura de una comunidad de práctica instituye el lenguaje de las
generaciones precedentes a los niños y jóvenes; pero éstos reconstruyen su
lenguaje a partir de su interacción social con sus coetáneos, con los mensajes
que reciben a través de artefactos tecnológicos de información y comunicación, con
las propias reflexiones motivadas por sus experiencias y con las competencias
lingüísticas que logran desarrollar en su actividad académica.
Texto y fotografía: Elvira Quevedo Ramos
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